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Jesús Ferreira, uno de los pocos colombianos, con corazón americano, que está haciendo llover café en la MLS

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Por Omar Peralta

Jesús Ferreira es la sensación juvenil de la MLS. Fue el mejor anotador del FC Dallas en la temporada pasada (18 goles) y el fin de semana firmó un doblete contra el LA Galaxy para encaminar la victoria de los texanos de 3-1 sobre uno de los equipos más potentes del futbol de los Estados Unidos. Ambos tantos lo pintan de cuerpo entero: definió sin marca y con serenidad, como si fuera un veterano de quinientos partidos. Con 22 años y un Mundial, el de Qatar 2022, en las espaldas, Ferreira apunta a seguir los pasos de la otra gran joya rojiblanca: Ricardo Pepi.

Pero tendrá que mirarse en ese espejo si quiere evitar la mala fortuna con la que su excompañero corrió después de salir a Europa. Pepi no pudo asentarse en el Augsburgo de Alemania y ha encontrado su lugar en el Groningen de Países Bajos, en donde su nivel ha subido, pero todavía lejos de las expectativas que se tenían de él. Ferreira, hijo del exfutbolista colombiano David Ferreira (Jesús nació en Colombia, pero se mudó de niño a Estados Unidos, concretamente a Dallas), deberá tener en mente ese retrato. No basta con ser una promesa; la constancia, en el futbol de élite, es la gran diferencia. Nombrado mejor jugador joven del 2022, todo se espera de él.

Porque talento tiene. Jesús Ferreira es un delantero que evoca el peligro constante: sus desmarques son una amenaza para todas las defensas. Puede aparecer por sorpresa o ser una referencia inmediata para sus compañeros, porque sabe dónde aparecer para hacer más daño. Su repertorio de definición es amplio: puede cerrar un centro, rematar con fuerza, ganar las espaldas y aparecer por sorpresa. Ferreira representa el prototipo del delantero moderno: juega y hacer jugar. Esa predilección por el gol lo ha colocado en el estante de promesas estadounidenses. Es seleccionado nacional y eligió representar a Estados Unidos, un país al que llegó, cómo no, gracias al futbol.

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David Ferreira llegó al FC Dallas en 2009, cuando Jesús tenía nueve años. Su padre se consolidó como un jugador relevante para el equipo texano y, a su regreso a Colombia en 2013, hubo una duda que su vástago debía resolver: «Las cosas son difíciles cuando no conoces a nadie. Cuando mi papá se regresó a Colombia, mi mamá tomó una decisión complicada: volver o quedarnos solos en Dallas», recordó el atacante en entrevista con US Soccer.

Ferreira fue buscado por la Selección Colombiana, pero la balanza estaba inclinada hacia el país que lo pretendió primero. «Si algo iba a ser posible, iba a ser en este país. Sabiendo que Estados Unidos me seguía desde una edad corta, era una gran motivación. Yo llevo un poco de las dos (nacionalidades). Para mí, de sangre soy colombiano y de corazón, americano», se sinceró Ferreira, que añadió que habló con su familia para decidir a qué selección representar, pero la decisión final la tuvo él y optó por el país que lo desarrolló como jugador y que lo buscó desde el principio de su trayectoria.

«Nosotros nos mudamos a Estados Unidos para apoyar a mi papá, luego el apoyo resultó más grande, porque el club me dio un contrato a mí para firmar por el primer equipo. Soy feliz de que podamos lograr eso en la familia», dijo Ferreira en una conferencia de prensa en enero del año pasado. Jesús Ferreira lo tiene todo por delante. A su edad, nada parece imposible, pero también debe tomar en cuenta que sus goles deberán de ser constantes, de que no bastará con ser un héroe rutinario y ni siquiera un goleador rentable. El techo está muy alto pero las exigencias también. Ferreira podrá validar su capacidad en la Temporada 2023, en donde seguramente peleará por la parte alta del torneo colectiva e individualmente, siempre con sus socios Alan Velasco y Paul Arriola surtiéndole balones para marcar goles con todo el sazón hispano,

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