Copa América 2024: “América para los americanos”
4 minutos de lecturaDeporte de Primera USA
Por Ezequiel Fernández Moores
En 2015, Chile celebró de local su primera conquista de la Copa América. Fue la Copa que se jugó apenas después del FIFAGate, la redada del FBI en Suiza que encarceló a dirigentes latinoamericanos corruptos. El presidente de la Federación Chilena, Sergio Jadue, festejó el triunfo en el Palacio de la Moneda junto con la presidenta Michelle Bachelet. Horas después, voló para entregarse como “arrepentido” ante la justicia de Estados Unidos. El presidente de la Conmebol, el paraguayo Juan Angel Napout, viajó solo para la final y acompañado de su abogado (tiempo después terminaría igual de enchastrado que sus predecesores, el paraguayo Nicolás Leoz y el uruguayo Eugenio Figueredo).
Al año siguiente (2016), la Conmebol, siempre codiciosa, creó una Copa América extra en honor a su centenario y la llevó a Estados Unidos. Otra vez hubo dirigentes que eligieron no viajar. Es la casa del FBI. Muchos ironizaban imaginándose a toda la Conmebol presa en Alcatraz. La semana pasada, la nueva Conmebol anunció que su próxima Copa América volverá a Estados Unidos (en 2024). Ya no hay temores de redadas.
A Sudamérica le está costando organizar su histórico torneo de selecciones. Argentina renunció a su localía en 2021. Tiempos de Covid. Brasil ya había sido sede en 2019 y la pandemia también arrasaba en Brasil, pero Jair Bolsonaro rechazó críticas y aceptó el reemplazo. Cuentan que un diálogo entre Leo Messi y Neymar destrabó la resistencia inicial de la propia selección brasileña. Ahora fue Ecuador, en noviembre pasado, el que renunció a su designación extraoficial como sede de la Copa de 2024. Venía de albergar la final de la Libertadores entre Flamengo y Athletico Paranaense y toda la Libertadores femenina. Pero argumentó inseguridad y poca infraestructura.
Sin las dictaduras de décadas pasadas, la estabilidad en Sudamérica, su brecha social cada vez más grande, sufre explosiones. Solo en este mes Brasil padeció un intento golpista. Y Perú debió aplazar el inicio de su campeonato. Por un lado, hay un conflicto del negocio televisivo. Pero está además el estallido en las calles. Perú lleva siete presidentes en seis años tras la detención de Pedro Castillo, que había sido votado hace un año y medio, históricamente resistido por las élites y cuyo autogolpe empujó su caída. Las protestas iniciadas por indios y cholos suman casi 60 muertos. Los analistas recurren a Mario Vargas Llosa en “Conversación en La Catedral”: “¿En qué momento se jodió el Perú?, Zavalita”.
Durante el Mundial de Qatar 2022, ya descartada la sede de Ecuador, Estados Unidos sondeó ante la Conmebol la posibilidad de recibir la Copa América 2024, pero con un formato distinto, las diez selecciones sudamericanas de siempre, más otras seis de la Concacaf, en un proyecto que incluye otro minitorneo con los cuatro mejores clubes de ambas Federaciones y la Copa de Oro con doce selecciones femeninas. Nacidas en tiempos y situaciones distintas, la Conmebol y la Concacaf agrupan a América (¿votaría la FIFA el Mundial 2030 en Sudamérica si el 2026 se jugará en Centro y Norteamérica?).
Justamente por el Mundial 2026 (se jugará en Estados Unidos, México y Canadá), la Concacaf quiere mejorar su fútbol tras el fiasco de Qatar (tres victorias en trece partidos). A la Conmebol, a su vez, le ingresará más dinero. Estados Unidos fue el Mundial con más público (3,5 millones de espectadores en 1994). Y su Copa América de 2016, la más rica de todas las ediciones, tuvo una asistencia récord de 46.000 personas por cotejo. La Federación de Estados Unidos (US Soccer) ganó por esa Copa América cerca de 90 millones de dólares, cifra que, según The Athletic, sorprendió (y no agradó) a la Conmebol. Por eso, la Copa de 2024 prevé una repartición distinta. Resuelto el dinero, la infraestructura no es problema. Sobran estadios.
Y también sobran (o no) las garantías. No importa que puedan jugarse partidos en California, el Estado que acaba de sufrir cuatro tiroteos masivos en apenas diez días de enero. Por tercer año seguido, Estados Unidos sufrió en 2022 más de seiscientos tiroteos masivos. A más tiroteos, más gente que se arma. En las tres primeras semanas de 2023, ya hubo 39 tiroteos, varios de ellos contra población de origen asiático. Los ciudadanos negros, a su vez, han vuelto a las calles tras la golpiza de cinco policías que mató a Tire Nichols, víctima número 80 de brutalidad policial en lo que va del año.
La policía de Estados Unidos ejecutó a más personas el año pasado que en los dos años anteriores. Impensable que la Conmebol para su Copa América 2024 o la FIFA para su Mundial 2026 exijan a Estados Unidos que revise su festival de violencia naturalizada, que mata en shoppings, escuelas o en cualquier calle. Menos lo haría US Soccer. La Federación, aunque suene insólito, tiene otros problemas desde que la madre de Gio Reina, enojada porque su hijo no era titular en el Mundial, denunció que el DT Gregg Berhalter había pateado hace treinta y un años a su hoy esposa, cuando ambos tenían 18 años y eran novios. US Soccer apartó a Berhalter hasta que termine la investigación. Por violento.