La rendición de Ronald Koeman en un Barcelona sin respeto por nadie
5 minutos de lecturaPor Guillermo Ortíz
La semana pasada, Ronald Koeman se fue a «rajar» al extranjero. Una práctica muy común cuando «el extranjero» existía y no había una conexión internacional automática entre cada punto del planeta. Nada más publicarse el documental en el que Koeman contaba cómo Laporta le había dicho que no iba a continuar, luego que sí, luego que solo si encontraban a alguien mejor… el vídeo pasó por todas las televisiones y redes sociales. Koeman estaba herido. «O te gusto o no te gusto, pero no me tengas de segunda opción», venía a decir el holandés, consciente de que él, a Laporta, no le gusta nada de nada. Tenía razón para estarlo. Si Koeman sigue en el Barcelona es porque no hay dinero para despedirle y porque nadie quiere hacerse cargo de un transatlántico que se hunde con estrépito. Ahora bien, siempre ha habido códigos y la falta de dinero no debería suponer una humillación para el trabajador. Aparte de cuestiones morales, es un disparate contar con alguien que sabe positivamente que está ahí de rebote.
Yo sigo pensando que algo hizo bien Koeman el año pasado para evitar lo que está pasando este. Por supuesto, siempre se puede decir que una de las cosas que hizo bien fue poner a Messi en todos los partidos y que para eso no hacía falta ser un genio. Pero el caso es que, aparte de las genialidades del argentino, el Barcelona tuvo momentos relativamente brillantes: con cierta contundencia defensiva, con buen juego en el medio de campo, con capacidad competitiva para aguantar en los partidos y no venirse abajo ante las adversidades…
Con Koeman, el Barcelona ganó una Copa del Rey que no habría ganado ningún otro año, remontando en cada eliminatoria hasta llegar a la final. Agarrándose al clavo ardiendo como si del máximo rival se tratara. Desde el punto de vista táctico, el holandés hizo todo tipo de barrabasadas al llamado «estilo del Barça» -tres centrales, dos delanteros fijos, dobles pivotes…- pero se podía entender que era lo que el equipo necesitaba e, insisto, no le fue todo lo mal que podría haber ido en medio de aquella maraña de burofaxes, elecciones y peritos.
De Koeman destacábamos que no se rindiera. Tal vez por eso duele un poco más comprobar que este año la cosa ha cambiado y que la rendición es absoluta. Tras el «esto es lo que hay» que ha calado incomprensiblemente en todo el entorno, se esconde una cierta pereza por reformar cosas. El Barcelona no tiene una plantilla excelente, pero tampoco la tiene el Young Boys y le ganó al Manchester United. Tampoco la tiene el Brujas y empató con el París Saint Germain. Tampoco la tiene el Granada y estuvo 0-1 por delante en el Camp Nou con un equipo, además, plagado de suplentes.https://platform.twitter.com/embed/Tweet.html?dnt=false&embedId=twitter-widget-0&features=eyJ0ZndfZXhwZXJpbWVudHNfY29va2llX2V4cGlyYXRpb24iOnsiYnVja2V0IjoxMjA5NjAwLCJ2ZXJzaW9uIjpudWxsfSwidGZ3X2hvcml6b25fdHdlZXRfZW1iZWRfOTU1NSI6eyJidWNrZXQiOiJodGUiLCJ2ZXJzaW9uIjpudWxsfSwidGZ3X3NwYWNlX2NhcmQiOnsiYnVja2V0Ijoib2ZmIiwidmVyc2lvbiI6bnVsbH19&frame=false&hideCard=false&hideThread=false&id=1440058179220426753&lang=es&origin=https%3A%2F%2Fes-us.deportes.yahoo.com%2Fronald-koeman-joan-laporta-barcelona-granada-desastre-camp-nou-liga-espanola-084447903.html&sessionId=8354964f20739eedb668451e2a41b0717c270557&siteScreenName=YahooDeportes&theme=light&widgetsVersion=1890d59c%3A1627936082797&width=550px
Decir «no puedo hacer más» desde septiembre es una manera de pedir que te echen. Si de verdad no puedes hacer otra cosa que colgar balones a los cuatro delanteros que has improvisado, si te parece absurdo pensar en otras opciones porque «no hay espacios», pues, chico, igual te has olvidado de que ese, exactamente, es tu trabajo. Encontrar la manera de jugar que genere esos huecos. Encontrar las posiciones en el campo y los automatismos que hagan que jugadores de calidad destaquen y no vaguen por el campo buscando el siguiente saque de esquina.
No. Koeman no está por la labor. Y para demostrar que es una labor sin sentido y no un capricho, ¿qué hace? Faltar al respeto. «Mis jugadores no tienen calidad», «mis jugadores no desbordan», «si jugáramos más abiertos, nos meterían más goles» y ese largo etcétera que oyeron contra el Bayern de Munich y han oído ahora contra el Granada. Cuando un mismo discurso te vale para uno de los mejores equipos de Europa y un aspirante al descenso es que tienes un cacao mental de narices y una desconfianza patológica.
Ahora bien, lo de la desconfianza, si es individual, se cura. El asunto no es que Koeman no confíe en él porque Laporta tampoco lo hace. El asunto es que Koeman no confía en sus jugadores y les pone a los pies de los caballos mediáticos en cada rueda de prensa. «Sois unos paquetes, qué le vamos a hacer». Y, luego, a convencer a esos «paquetes» de que pueden ganar el siguiente partido. Todo lo que está rodeando al Barcelona de este año va más allá de tal jugador o tal resultado, es una falta de respeto continua. Del presidente al entrenador, del entrenador a los jugadores.
Nadie confía en nadie y el aficionado el que menos. Durante años se ha repetido que el Barça crecía a través del balón, que no necesitaba grandes figuras, que lo importante era la cantera y el modelo… Que yo sepa sigue habiendo un balón en el campo y se puede jugar con él. Si el hecho de que ninguno de tus jugadores sirva de portada para el siguiente FIFA ya te hace descartar a tu equipo es que nunca te has creído la narrativa. La repetías pero no te la creías. Quieres a Messi. Quieres a Neymar. Quieres a Suárez. No quieres 3-4-3 ni juego de posición ni modelo ni historias. Y en cuanto se han ido todos, el sentimiento es de desesperación.
Por un lado, lo entiendo porque no soy tonto. Por otro lado, me desespera. Sin nada que perder, es el momento de intentar ganar de otra manera. ¿De cuál? No lo sé, pero de alguna que implique de verdad a los canteranos más allá que como excusa y que desarrolle las virtudes de Frenkie de Jong, tu gran apuesta para esta década. Este dejarse llevar, este meter a Piqué de ariete y buscar el gol de Araújo es un reflejo de mediocridad impropio. Ir luego a la rueda de prensa a reírse de los jugadores y del modelo que tantos títulos dio al Barcelona cuando sí se creía en él es insultante. Pero, ya digo, así funciona todo en el Barcelona. No es nada nuevo pero ahora encima es público. Estamos en septiembre. Quedan nueve meses para que acabe la temporada.