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El ecuatoriano Noboa vive su «cuarta juventud» en el fútbol ruso

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El ecuatoriano Christian Noboa, que milita en el fútbol ruso desde hace trece años, vive lo que él llama una «cuarta juventud» en el Sochi, con el que ha marcado tres goles en cuatro jornadas de liga. «Dicen que estoy en mi cuarta juventud. La primera fue en el Rubín, con el que gané la liga; la segunda en el Rostov; la tercera en el Zenit, donde alcancé mi madurez, y ahora en el Sochi estoy en la cuarta», comentó a Efe Noboa, que cumplió 35 años en abril.


Por Ignacio Ortega


GOLEADOR CON EL SOCHI

El fino centrocampista ecuatoriano, uno de los legionarios más respetados en Rusia, tanto por su longevidad, como por su dominio del ruso y su profesionalidad, está en racha.

Marcó en las tres primeras jornadas de liga y su equipo, que la pasada temporada coqueteó con el descenso, es ahora tercero, empatado a puntos con el segundo, el Spartak Moscú.

«Trato de ser un líder. El fútbol es un deporte de equipo y un jugador no es suficiente, pero a veces hay que dar un paso adelante», explica el jugador forjado en el Emelec.

El Sochi perdió este año a su principal estrella, Alexandr Kokorin, quien fichó por el Spartak y también a Mostovói, que volvió al Zenit, por lo que ha perdido mucho potencial ofensivo.

«Sin querer, estoy marcando goles. Se nos fue gente de arriba y estoy aprovechando la oportunidad», señala.

En cuanto a los objetivos esta temporada, cree que hay que ir «partido a partido», aunque cree que el club debe ser ambicioso e intentar mantenerse entre los equipos que aspiran a disputar competiciones europeas.

«Queremos quedar entre los primeros, pero lo primero es alejarnos de los de abajo y después aspirar a lo máximo. La llegada de (el central argentino Emanuel) Mammana también nos ha aportado seguridad en defensa», apunta.

HAMBRE Y LONGEVIDAD

A sus 35 años, Noboa, que aterrizó en el fútbol ruso en 2007, no ha perdido el hambre.

«Sigo con las mismas ganas de jugar. Se ve en la cancha que tengo hambre. Mientras esté en la cancha, seguiré con ansias de ganar», explica.

Cree que la clave es la «motivación» y los «genes» de su padre, un oficial de la Marina ecuatoriana al que le gustaba mucho hacer ejercicio.

«Me entreno igual que a los 12 años», señala el jugador que estuvo tres años en una escuela militar, pero al que el fútbol le llevó al otro lado del océano.

Y es que asegura: «Siempre quise ser futbolista».

Descansar bien, alimentarse bien, entrenarse bien y las ganas locas de saltar al campo cada fin de semana. No hay otra fórmula para explicar su estado de forma a los 35 años.

Una lesión grave le impidió asentarse en el todopoderoso Zenit, pero en el Sochi encontró «el espacio» y «los minutos» necesarios para reconciliarse con el juego.

«Me costó recuperar el ritmo. Necesitaba tiempo para volver a jugar. Jugar siempre en el Sochi me ha hecho sentirme mucho mejor», señala.

PUERTAS ABIERTAS A LA SELECCIÓN

Noboa asegura que no ha renunciado a la selección ecuatoriana, que aspira a clasificarse para el Mundial de Catar 2022.

«No he renunciado a la selección de mi país. Siempre digo lo mismo: si estoy bien en mi club, iré muy feliz al equipo nacional», asegura.

Noboa, que había sido convocado en marzo por su país, aunque la pandemia obligó a cancelar los partidos, no piensa en la edad que pone su pasaporte y confía en que el nuevo director técnico de la selección cuente con él.

«Hemos tenido tres técnicos en tres años», lamenta.

El último de ellos fue Jordi Cruyff, que firmó con la federación ecuatoriana en enero, pero dimitió en julio debido a la imposibilidad de dirigir al equipo nacional en medio de la pandemia del coronavirus.

Su diagnóstico del fútbol nacional es que Ecuador necesita «más jugadores en Europa».

«Fíjense en Colombia y Perú, no digamos Argentina, Brasil, Chile o Uruguay. Todos tienen a muchos futbolistas en las ligas europeas», indica.

Recuerdo que «no es lo mismo jugar en América que en Europa», sea la liga rusa, la española o la inglesa.

«Es lo que nos falta, la experiencia. El fútbol en Europa es más rápido y fuerte», apunta.

RUSIA, SU SEGUNDA PATRIA

Noboa sólo habla bien de Rusia, un país que le ha tratado muy bien y le ha dado todo, y cree que mucha gente que critica su país de adopción habla sin saber.

«Cuando no conoces, opinas sin saber. Yo siempre le digo a la gente que me siento muy feliz, que la gente es muy amable conmigo y que me respetan», insiste.

El momento cumbre fue ganar la liga con el Rubín Kazán, adonde le trajo su técnico, Kurbán Berdíev.

«Me fié de él. Tenía las cosas muy claras. Me dijo que podía mejorar y ser un jugador más completo. Y yo sentí que podía hacer mucho. Por eso acepté el reto de Rusia», explica.

Poco después de llegar, ya tocó el éxito. Ganó dos veces la liga con el Rubín, «un equipo desconocido por el que nadie daba nada».

«Ganar esas ligas fue lo más grande», señala.

Tuvo la oportunidad de cambiar de aires. Recibió ofertas del fútbol inglés e italiano, pero el embarazo de su esposa y las buenas condiciones que le ofrecía el Dinamo Moscú le hicieron quedarse en Rusia.

«Cada vez que tengo ofertas, respondo que estoy bien en Rusia. He estado ya en cinco equipos diferentes. No es casualidad. Todos saben que soy muy profesional, intento ayudar a todos y siempre doy lo máximo», dice.

Noboa habla bien ruso, algo que no ocurre con todos los latinoamericanos que llegan a Rusia, ya que creen que «se van a quedar poco tiempo».

«Mi ruso no es perfecto, pero me hago entender. Saber el idioma es clave para la adaptación de un futbolista en Europa», explica el futbolista, que acostumbra a dar entrevistas en ruso a medios locales.

En todo caso, sea para poco o para mucho tiempo, anima a los futbolistas latinoamericanos a venir a jugar a Rusia.

«Hay que salir del país adonde sea. El primer año te va a costar. Sea Rusia u otro país. Es otro idioma, otra cultura, otra mentalidad y, en algunos países, el frío. Pero te va a fortalecer como jugador. Y si después puedes saltar a otra liga, pues adelante», apunta.

CORONAVIRUS Y RETIRADA

Noboa se congratula de que en Rusia los partidos se jueguen con hinchas en los estadios, aunque sea sólo un 10 % en algunos de ellos, dependiendo de la situación sanitaria en sus regiones.

«Echamos de menos a la gente. Sin la presión de los aficionados, no es lo mismo», asevera.

Recuerda que Rusia registró la primera vacuna contra la COVID-19 y espera que con la vacunación masiva de la población las cosas se normalicen.

Sea como sea, prefiere no mirar mucho más allá del mañana ni en la vida ni en el fútbol.

«Soy de vivir día a día. Si pienso en el mañana, me olvido del hoy», sentencia.

EFE


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